Israel, bajo un terremoto político
Sorprendentes escisiones en la derecha y la izquierda y la creación de nuevos partidos marcan las elecciones adelantadas.
SAL EMERGUI
Desde el anuncio del adelanto electoral hace unos días, la clase política israelí vive en una ebullición inusitada, incluso para sus habituales niveles de calentura. Los terremotos con epicentro en la derecha y centroizquierda provocan fracturas en la ya de por sí atomizada Knéset (Parlamento).
La decisión del primer ministro Benjamín Netanyahu de celebrar los comicios siete meses antes de lo previsto para adelantarse a la posible imputación por corrupción se ha visto acompañada por efectos secundarios que revolucionan la carrera electoral.
El último sorprendente anuncio lleva este lunes la firma del propio Netanyahu, que ha elegido el ‘prime time’ de la televisión israelí para revelar que pidió un careo con testigos del Estado (ex asesores suyos) que testificaron en las investigaciones policiales. Según él, su petición fue rechazada. “Quería verles a los ojos y decirles la verdad. ¿De qué tienen miedo? Yo no tengo nada que ocultar. Exijo un careo con ellos y si se quiere, transmitido en directo”, ha afirmado en Jerusalén tras denunciar que podría ser llamado a una audiencia sin dar respuestas antes de las elecciones.
Más allá del mitin electoral, su mensaje ha sido un intento de “ganar tiempo” en su contrarreloj ante el fiscal general Avijai Mandelblit. Netanyahu y sus allegados exigen de forma pública y vehemente a Mandelblit que no anuncie antes de los comicios en abril su decisión sobre si le procesa -previa audiencia- en tres supuestos sobornos: Caso 1000 (recepción de regalos caros de amigos multimillonarios a cambio de ayudas), Caso 2000 (ofrecimiento a un poderoso propietario de diario critico a que sea más favorable en la cobertura a cambio de reducir difusión de ejemplares del principal diario de la competencia que es gratuito y afín al primer ministro) y el Caso 4000 (medidas regulatorias beneficiosas a un empresario a cambio de una cobertura positiva de su portal de noticias).
Netanyahu, que niega las acusaciones y denuncia ser “la figura pública más calumniada en la historia de los medios del país” advirtió a Mandelblit: “Sería una intervención grosera en las elecciones”.
Precisamente, cuando más se escuchan los llamamientos a “alianzas políticas” ante la cita del 9 de abril, se multiplican las escisiones. Las turbulencias, sin embargo, no varían el pronóstico de los sondeos: victoria de Netanyahu.
La primera sacudida se produjo en las profundidades de la derecha. La ministra de Justicia, Ayelet Shaked y el titular de Educación, Naftali Bennett, abandonaron el partido sionista religioso (Bayit Yehudi) que lideraban desde hace seis años y crearon Nueva Derecha formado por “laicos y religiosos por igual”. “Un partido de derechas no sólo en palabras sino también en hechos”, anuncia Bennett en alusión envenenada al Likud de Netanyahu.
La decisión radica en la conclusión de los dos ambiciosos políticos de que Bayit Yehudi no puede crecer más ya que un segmento importante del voto en los colonias “está en el bolsillo” del Likud tal y como sucedió en los comicios del 2015. “¡Si no me votan, la izquierda llegará al poder y las comunidades de Judea y Samaria estarán en peligro!”, advierte Netanyahu en una fórmula que repite en cada examen electoral.
Conscientes de que lo que realmente está en juego es la sucesión de un Netanyahu bajo la amenaza judicial, Bennett y Shaked hubieran deseado afiliarse al Likud. Pero es una utopía debido al veto de Benjamín y Sara Netanyahu que les consideran rivales personales desde que trabajaron para él hace una década.
“El principal enemigo de Netanyahu es una campaña electoral demasiado exitosa”, opina el comentarista Amit Segal en ‘Yediot Ajaronot’ apuntando que puede arrasar a costa de debilitar el resto del bloque. “De los siete partidos en la derecha, cinco podrían en un día negro no llegar al Parlamento”, escribe. Paradójicamente, cuantos más votos tenga Bibi, más difícil será la formación de un Gobierno 100% derechista.
El centroizquierda no disfruta de las luchas internas en la derecha porque está inmerso en una guerra de supervivencia. En sus 71 años de historia, la clase política israelí ha ofrecido numerosas escenas de drama y tensión pero pocas veces como la de este miércoles cuando el líder laborista Avi Gabbay desmanteló en directo la plataforma ‘Campo Sionista’ que formaba junto al partido de Tzpi Livni. El anuncio de la desaparición del segundo bloque en la Knéset (24 escaños frente a 30 de Likud) no sorprende por el fondo sino por la forma: en una reunión con sus diputados ante la sorprendida Livni y los medios. Algunos lo definen como “decapitación en directo”.
“Tzipi, te deseo suerte en las elecciones en cualquier partido en el que estés”, dijo Gabbay a la ex espía del Mosad y ex ministra de Justicia en cruel alusión a su pasado: joven dirigente del Likud (años 90), líder del centrista Kadima (2008), fundadora de Hatnua (2013) y socia del líder laborista Isaac Herzog en el Campo Sionista para hacer frente a Netanyahu (2015).
Rival político
Gabbay justifica el acto poco elegante denunciando que “sólo comí mierda” de la dirigente a la que acusa de socavar su liderazgo. De momento, dos diputados laboristas piden en público la cabeza de Gabbay y los sondeos le otorgan menos de 10 escaños.
“Lo importante no son los egos de cada uno sino reforzar el bloque para cambiar el Gobierno y garantizar que Israel pueda seguir siendo un Estado democrático y judío”, replica Livni que acusa a Gabbay de egoísmo.
El gran rival de Netanyahu es el hombre que no habla: el ex jefe del ejército, Benny Gantz. Las encuestas muestran que la unión de su partido recién creado con el del líder centrista Yair Lapid podría dar batalla al Likud. Según varias filtraciones, Gantz rechazó unirse al laborismo como número 1 ya que cree que la única forma de ganar a Netanyahu es quitarle votos de la derecha light y no ser etiquetado como “izquierda”.
Exhibiendo por enésima vez su pronunciado olfato político, Netanyahu reaccionó así cuando le preguntaron por el nuevo partido de Gantz: “No me meto en cómo la izquierda reparte sus votos”.
Mientas, los dos bloques se fragmentan en pequeños entes, otros dos partidos han nacido bajo el liderazgo del ex ministro de Defensa, Moshé Yaalon y la diputada Orly Levy Abekasis. Los nuevos partidos brotan como setas en Israel. Y no precisamente por la lluvia que acompaña el inicio del 2019.
Con información de: ENLACE JUDÍO
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