La llenura del espíritu santo
El Espíritu Santo es la tercera persona de la trinidad, quien viene a morar en la vida de los creyentes el momento que éstos reciben a Cristo como su Salvador. Eso se desprende del testimonio bíblico.
En 1ª Corintios 6:19 leemos lo siguiente: “O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?”
Esta es una obra que Dios hace a favor del creyente, independientemente de la voluntad del creyente. Ningún creyente necesita por tanto orar o implorar que el Espíritu Santo venga a morar en su vida. Todo verdadero creyente tiene el Espíritu Santo morando en su vida. Esto es lo que enseña la Biblia.
Sin embargo, el hecho que el Espíritu Santo esté morando en todo creyente, no significa que todo creyente esté lleno del Espíritu Santo. La llenura del Espíritu Santo depende de la voluntad del creyente y por tanto es otra característica de la vida auténticamente Cristiana.
A medida que vamos avanzando en el desarrollo de este asunto, se hará evidente lo que significa ser lleno del Espíritu Santo.
En primer lugar, consideremos el mandato a ser llenos del Espíritu Santo. Se encuentra en Efesios 5: 18 donde dice: “No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu”.
La llenura del Espíritu Santo tiene que ver con el control de la conducta del creyente. Esto se desprende de la ilustración que utiliza el apóstol Pablo al hablar sobre la llenura del Espíritu Santo. Cuando una persona ingiere alguna bebida alcohólica, casi inmediatamente el alcohol llega a su torrente sanguíneo. Si la concentración de alcohol en la sangre llega a determinado nivel, la persona comenzará a sentir inmediatamente sus efectos. Estos efectos tienen que ver principalmente con el cambio de conducta.
La persona deja de ser como normalmente es, cuando está sobria, y comienza a manifestar una conducta que Pablo ha llamado disolución. Esta palabra, que es traducción de la palabra griega “asotía”, significa exceso, derroche, desmán, habla de sobrepasar los límites de lo decente y entrar al campo de lo indecente. Tiene que ver con la conducta de una persona en estado de ebriedad.
Pero ¿por qué es que la persona ebria actúa de esta manera tan irracional? Pues porque voluntariamente ha cedido el control de su conducta al alcohol en su sangre. Pablo condena esto y dice: En lugar de ello: sed llenos del Espíritu Santo.
En otras palabras está diciendo: No permita que el alcohol de un bebida alcohólica controle su conducta, más bien permita que el Espíritu Santo controle su conducta. Cuando el Espíritu Santo está controlando la conducta de un creyente, decimos entonces que ese creyente está lleno del Espíritu Santo.
Ahora que tenemos en claro lo que significa ser lleno del Espíritu Santo, notemos que es un mandato. Pablo no está diciendo: Si le parece sea lleno del Espíritu Santo, o si quiere sea lleno del Espíritu Santo, o si siente que debe hacerlo sea lleno del Espíritu Santo. Nada de esto. Pablo está dando órdenes. Sed llenos del Espíritu Santo. Es decir que no tenemos más opción sino obedecer lo que Dios ha dicho por medio de Pablo. Si no estamos llenos del Espíritu Santo estamos en desobediencia a algo que Dios ha ordenado.
Una vez que hemos considerado el mandato a ser llenos del Espíritu Santo, consideremos la manera de ser llenos del Espíritu Santo. No es cuestión de querer o desear solamente. Tampoco es cuestión de que alguien nos haga algo y como resultado comenzamos a ser llenos del Espíritu Santo. Tampoco es cuestión de orar con fervor para ser llenos del Espíritu Santo.
La llenura del Espíritu Santo es el resultado de varias acciones en conjunto.
Número uno, un acto voluntario de ceder el control de la vida a Dios. Esto es lo que tenemos en Romanos 12:1-2 donde dice: “Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.”
La llenura del Espíritu Santo comienza cuando consagramos nuestra vida a Dios. Es un acto voluntario por el cual estamos diciendo al Señor: Aquí estoy, todo lo que soy y todo lo que tengo te lo ofrezco a ti. Toma mi vida y haz de mí lo que tú quieras.
Número dos, un esfuerzo constante por obedecer lo que Dios ha dicho en su palabra. Hablando de esto, Efesios 4:22-24 dice: “En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad.”
Es una exhortación a dejar lo que es propio de la vida vieja e incorporar lo que es propio de la nueva vida. Luego el apóstol Pablo habla de desechar la mentira, desechar la ira, desechar el robo, y desechar el vocabulario soez. Esencialmente está hablando de vivir en santidad.
Pero observe con atención lo que dice a continuación. Efesios 4:30 “Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención”.
Qué interesante. Los pecados citados anteriormente, y en general todo pecado, hace que se contriste el Espíritu Santo, o que el creyente deje de estar lleno del Espíritu Santo.
La conclusión es obvia. La llenura del Espíritu Santo está en directa proporción a la obediencia a la palabra de Dios. En la medida que obedezco lo que dice la Biblia, estoy lleno del Espíritu Santo. Si desobedezco lo que dice Dios en su palabra, no estaré lleno del Espíritu Santo, aunque me haya consagrado, aunque ore pidiendo ser lleno del Espíritu Santo, aunque ayune y aunque haga cualquier otra cosa o me hagan cualquier otra cosa.
Número tres, una dependencia total y absoluta del Espíritu Santo. En Gálatas 5:16-17 leemos:“Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis.”
Andar en el Espíritu significa una dependencia absoluta del Espíritu Santo para todos los asuntos de la vida. Hemos considerado hasta aquí el mandato a ser llenos del Espíritu Santo y la manera de ser llenos del Espíritu Santo.
Ahora vamos a considerar la manifestación de la llenura del Espíritu Santo. ¿Cuáles son las evidencias de un creyente lleno del Espíritu Santo? En esto existe no poca confusión entre los creyentes.
Casi siempre se piensa que un creyente lleno del Espíritu Santo será capaz de hacer todo tipo de obras sobrenaturales. Si Usted piensa así, siento mucho desilusionarle. Una iglesia donde hubo una amplia manifestación de obras sobrenaturales fue la iglesia en Corinto. Sin embargo, no había muchos creyentes que estuvieran llenos del Espíritu Santo. Esto lo sabemos porque esta iglesia estaba plagada de todo tipo de desórdenes.
Un cuidadoso examen de la manera como se manifiesta un creyente lleno del Espíritu Santo, mostrará el fruto del Espíritu Santo. De esto nos habla Gálatas 5:22-23 donde dice: “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.”
Al comparar estas virtudes con las que Cristo manifestó, se encuentra que son idénticas. Cristo vivió lleno del Espíritu Santo. Un creyente lleno del Espíritu Santo manifestará un carácter semejante al de Cristo. Además, un creyente lleno del Espíritu Santo lo manifestará en una vida de adoración y alabanza a Dios.
Luego de dar la orden de ser llenos del Espíritu Santo, el apóstol Pablo prosigue diciendo lo que tenemos en Efesios 5:19 donde dice: “hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones.”
La adoración y alabanza es típica de los creyentes llenos del Espíritu Santo. Esto no es cuestión de gritar ¡Aleluya! a todo pulmón cuando alguien está predicando o cuando se está cantando en un culto. Es cuestión de hacer de todo un motivo de alabanza y adoración al Señor en el diario vivir. También, un creyente lleno del Espíritu Santo, lo mostrará mediante una vida de constante agradecimiento a Dios. Efesios 5:20 dice: “dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo.”
La gratitud a Dios es característica de los creyentes llenos del Espíritu Santo. No son ese tipo de creyentes que todos conocemos que viven quejándose de todo. Que la vida está cara, que el sueldo no alcanza, que hace mucho frío, que hace mucho calor, que todos me miran mal, que Dios es injusto, etc.
Dice Dios en su palabra que debemos ser agradecidos en todo. Es fácil dar gracias a Dios cuando todo marcha como pensamos que debe marchar. Pero ¿cuándo las cosas no salen como pensábamos? Allí es cuando nos llenamos de amargura y se nos hace difícil agradecer a Dios. Pero un creyente lleno del Espíritu Santo encontrará que inclusive una prueba difícil es buen motivo para agradecer a Dios, porque las pruebas son solamente oportunidades para que Dios muestre su poder y su gloria.
Por último, la llenura del Espíritu Santo se manifiesta en una vida de sumisión a otros. Efesios 5:21 dice: “Someteos unos a otros en el temor de Dios” La sumisión, o el ubicarnos en el lugar que nos corresponde dentro de una cadena de autoridad, es contraria al deseo muy carnal de estar siempre encima de todos. Pero el creyente lleno del Espíritu Santo no tendrá ningún problema en someterse a los demás.
La llenura del Espíritu Santo es otra característica de la vida auténticamente cristiana. Que por la gracia de Dios nos sintamos desafiados a buscar la llenura del Espíritu Santo.
Fuente: Tiempos Proféticos
La persona deja de ser como normalmente es, cuando está sobria, y comienza a manifestar una conducta que Pablo ha llamado disolución. Esta palabra, que es traducción de la palabra griega “asotía”, significa exceso, derroche, desmán, habla de sobrepasar los límites de lo decente y entrar al campo de lo indecente. Tiene que ver con la conducta de una persona en estado de ebriedad.
Pero ¿por qué es que la persona ebria actúa de esta manera tan irracional? Pues porque voluntariamente ha cedido el control de su conducta al alcohol en su sangre. Pablo condena esto y dice: En lugar de ello: sed llenos del Espíritu Santo.
En otras palabras está diciendo: No permita que el alcohol de un bebida alcohólica controle su conducta, más bien permita que el Espíritu Santo controle su conducta. Cuando el Espíritu Santo está controlando la conducta de un creyente, decimos entonces que ese creyente está lleno del Espíritu Santo.
Ahora que tenemos en claro lo que significa ser lleno del Espíritu Santo, notemos que es un mandato. Pablo no está diciendo: Si le parece sea lleno del Espíritu Santo, o si quiere sea lleno del Espíritu Santo, o si siente que debe hacerlo sea lleno del Espíritu Santo. Nada de esto. Pablo está dando órdenes. Sed llenos del Espíritu Santo. Es decir que no tenemos más opción sino obedecer lo que Dios ha dicho por medio de Pablo. Si no estamos llenos del Espíritu Santo estamos en desobediencia a algo que Dios ha ordenado.
Una vez que hemos considerado el mandato a ser llenos del Espíritu Santo, consideremos la manera de ser llenos del Espíritu Santo. No es cuestión de querer o desear solamente. Tampoco es cuestión de que alguien nos haga algo y como resultado comenzamos a ser llenos del Espíritu Santo. Tampoco es cuestión de orar con fervor para ser llenos del Espíritu Santo.
La llenura del Espíritu Santo es el resultado de varias acciones en conjunto.
Número uno, un acto voluntario de ceder el control de la vida a Dios. Esto es lo que tenemos en Romanos 12:1-2 donde dice: “Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.”
La llenura del Espíritu Santo comienza cuando consagramos nuestra vida a Dios. Es un acto voluntario por el cual estamos diciendo al Señor: Aquí estoy, todo lo que soy y todo lo que tengo te lo ofrezco a ti. Toma mi vida y haz de mí lo que tú quieras.
Número dos, un esfuerzo constante por obedecer lo que Dios ha dicho en su palabra. Hablando de esto, Efesios 4:22-24 dice: “En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad.”
Es una exhortación a dejar lo que es propio de la vida vieja e incorporar lo que es propio de la nueva vida. Luego el apóstol Pablo habla de desechar la mentira, desechar la ira, desechar el robo, y desechar el vocabulario soez. Esencialmente está hablando de vivir en santidad.
Pero observe con atención lo que dice a continuación. Efesios 4:30 “Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención”.
Qué interesante. Los pecados citados anteriormente, y en general todo pecado, hace que se contriste el Espíritu Santo, o que el creyente deje de estar lleno del Espíritu Santo.
La conclusión es obvia. La llenura del Espíritu Santo está en directa proporción a la obediencia a la palabra de Dios. En la medida que obedezco lo que dice la Biblia, estoy lleno del Espíritu Santo. Si desobedezco lo que dice Dios en su palabra, no estaré lleno del Espíritu Santo, aunque me haya consagrado, aunque ore pidiendo ser lleno del Espíritu Santo, aunque ayune y aunque haga cualquier otra cosa o me hagan cualquier otra cosa.
Número tres, una dependencia total y absoluta del Espíritu Santo. En Gálatas 5:16-17 leemos:“Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis.”
Andar en el Espíritu significa una dependencia absoluta del Espíritu Santo para todos los asuntos de la vida. Hemos considerado hasta aquí el mandato a ser llenos del Espíritu Santo y la manera de ser llenos del Espíritu Santo.
Ahora vamos a considerar la manifestación de la llenura del Espíritu Santo. ¿Cuáles son las evidencias de un creyente lleno del Espíritu Santo? En esto existe no poca confusión entre los creyentes.
Casi siempre se piensa que un creyente lleno del Espíritu Santo será capaz de hacer todo tipo de obras sobrenaturales. Si Usted piensa así, siento mucho desilusionarle. Una iglesia donde hubo una amplia manifestación de obras sobrenaturales fue la iglesia en Corinto. Sin embargo, no había muchos creyentes que estuvieran llenos del Espíritu Santo. Esto lo sabemos porque esta iglesia estaba plagada de todo tipo de desórdenes.
Un cuidadoso examen de la manera como se manifiesta un creyente lleno del Espíritu Santo, mostrará el fruto del Espíritu Santo. De esto nos habla Gálatas 5:22-23 donde dice: “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.”
Al comparar estas virtudes con las que Cristo manifestó, se encuentra que son idénticas. Cristo vivió lleno del Espíritu Santo. Un creyente lleno del Espíritu Santo manifestará un carácter semejante al de Cristo. Además, un creyente lleno del Espíritu Santo lo manifestará en una vida de adoración y alabanza a Dios.
Luego de dar la orden de ser llenos del Espíritu Santo, el apóstol Pablo prosigue diciendo lo que tenemos en Efesios 5:19 donde dice: “hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones.”
La adoración y alabanza es típica de los creyentes llenos del Espíritu Santo. Esto no es cuestión de gritar ¡Aleluya! a todo pulmón cuando alguien está predicando o cuando se está cantando en un culto. Es cuestión de hacer de todo un motivo de alabanza y adoración al Señor en el diario vivir. También, un creyente lleno del Espíritu Santo, lo mostrará mediante una vida de constante agradecimiento a Dios. Efesios 5:20 dice: “dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo.”
La gratitud a Dios es característica de los creyentes llenos del Espíritu Santo. No son ese tipo de creyentes que todos conocemos que viven quejándose de todo. Que la vida está cara, que el sueldo no alcanza, que hace mucho frío, que hace mucho calor, que todos me miran mal, que Dios es injusto, etc.
Dice Dios en su palabra que debemos ser agradecidos en todo. Es fácil dar gracias a Dios cuando todo marcha como pensamos que debe marchar. Pero ¿cuándo las cosas no salen como pensábamos? Allí es cuando nos llenamos de amargura y se nos hace difícil agradecer a Dios. Pero un creyente lleno del Espíritu Santo encontrará que inclusive una prueba difícil es buen motivo para agradecer a Dios, porque las pruebas son solamente oportunidades para que Dios muestre su poder y su gloria.
Por último, la llenura del Espíritu Santo se manifiesta en una vida de sumisión a otros. Efesios 5:21 dice: “Someteos unos a otros en el temor de Dios” La sumisión, o el ubicarnos en el lugar que nos corresponde dentro de una cadena de autoridad, es contraria al deseo muy carnal de estar siempre encima de todos. Pero el creyente lleno del Espíritu Santo no tendrá ningún problema en someterse a los demás.
La llenura del Espíritu Santo es otra característica de la vida auténticamente cristiana. Que por la gracia de Dios nos sintamos desafiados a buscar la llenura del Espíritu Santo.
Fuente: Tiempos Proféticos
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